Bicentenario
Desde el nacimiento a la muerte somos parte de una serie de ritos que marcan cada etapa de nuestra existencia, el bautizo, el matrimonio, la inhumación, según los distintos credos religiosos son objeto de ceremonias y liturgias llenas de simbolismo y tradiciones de antigua data. Más aún en aquellas culturas cuyo estadio evolutivo nos remite a lo más primitivo de la humanidad se practican diversos rituales de iniciación que marcan la madurez de un adolescente y que lo transforma en miembro activo de una comunidad con las responsabilidades que ello conlleva, como la capacidad de formar una familia o empuñar una lanza para cazar o matar a otro ser humano. Ritos y símbolos forman parte de nuestra sociedad desde sus comienzos. Parece ser que necesitamos estas ceremonias para internalizar procesos y realidades que de otra forma resultarían inaceptables como la muerte, o pasarían desapercibidos en la cotidianeidad como pudiera ser un año más de vida. De alguna manera el ritual, la ceremonia , el acto público o privado de recordar un hecho, de establecer un hito en la memoria personal o colectiva forma parte de nuestra naturaleza. Esta simple reflexión surge a propósito del Bicentenario y su celebración. ¿ Qué celebramos , por qué celebramos, vale la pena, hay razones para ello?
El qué celebramos nos remite al hecho histórico que por estas fechas hace doscientos años un grupo de ciudadanos dieron el primer paso para crear una nación independiente y esto en mi opinión es digno de celebrarse. La independencia de una nación, ciertamente se va construyendo poco a poco y con la suma de esfuerzos de muchos, no obstante es significativo el primer impulso, que es como los primeros pasos de un niño, son todavía inseguros y dubitativos , pero es el romper la inercia y el atreverse lo que cuenta. Todo esto además en una época donde la palabra valía y cada hombre respondía de sus dichos con su vida o su hacienda. Esa burguesía ilustrada que conformaba el grupo llamado “Patriota” al tomar el camino de la lucha por el gobierno propio arriesgó su vida y su hacienda como se demostró posteriormente durante la Reconquista con un país ocupado por un ejército profesional europeo cuyas tropelías han sido narradas por una profusa literatura costumbrista. Desde luego, visto con los ojos del ciudadano actual , los actos de aquel 18 de Septiembre y los gritos de Junta queremos! Pueden parecer poco glamorosos, hasta ridículos si se quiere o poco revolucionarios visto desde otro ángulo. Pero, hace doscientos años allí se jugaba la vida y se pagaba.
¿Que si el juego se ganó finalmente? ese es otro tema y ahí la discusión está abierta, la verdadera independencia no es tan cierta por varios factores entre ellos la globalización. O sea, que tan independiente puede ser un país en el mundo actual en que se generan justamente interdependencias de toda índole, económicas fundamentalmente?
Aún así, lo que ocurrió en 1810 es digno de conmemorarse , los gritos de ¡Junta queremos! y el movimiento por de la Independencia debe entenderse en su contexto y básicamente como el primer paso, el “vamos” de un proceso dinámico que se continuó desarrollando en el tiempo para hacer de Chile una nación independiente.
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