Si bien la alegría nos quedó debiendo su llegada, no podemos dejar de recordar lo que ocurrió hace casi 20 años un 5 de Octubre en este país al sur del mundo. Nadie que no sea de una mala leche fuera de todo límite puede desconocer que algo cambió ese día, o esa noche cuando un palido personero balbuceaba resultados en un tinglado habituado a otros aires. Finalmente el inombrable se iba, finalmente se hacía realidad el "y va a caer..." gritado miles de veces con más ganas que convicción mientras se arrancaba de baños imprevistos y lumasos aleves pero certeros. Finalmente el general en su laberinto giró sobre si mismo y naufragó en sus engendros sufragantes. El "Plesbicito" -como decía algunos viejos políticos por aquellos años, que ni por viejos sabían decirlo bien- , más bién, el plebiscito, abrió una puerta, una puertesita por donde pasó nuestro pueblo, ni tan libre ni por las alamedas profetisadas, pero respirando al fin despues de años de angustia, dolor y muerte.
Esa noche , el innombrable quiso jugar su última carta disfrazándose en la TV y vociferando, pero nadie lo escuchaba, las calles se llenaban de gente feliz y esperanzada y sus propios secuaces enmendaron rumbos.
Mucha agua ha corrido bajos los puentes, cargamos algunos años más encima y una cuantas canase. El sabor de boca es algo más agrio que lo esperado, ya al día siguiente la realidad apareció poniendo paños fríos a la euforia de esa noche y los años siguientos solo lo confirmaron.
Pero, es necesaro volver a creer que es posible que nos visite esa -hasta ahora- escurridiza alegría y que se quede, volver a pensar que es posible y "...no me digas que es el mejor de los mundos posibles de construir..."

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